Cada cierto tiempo surgen en nuestra sociedad momentos en los que se debate sobre temas de tan basta importancia que es casi imposible quedar al margen de estos. Actualmente, Chile se ve enfrentado a uno de estos momentos, el momento de la reivindicación de la igualdad, reflejado en el movimiento estudiantil, que ya tras meses de lucha por lo que ellos consideran justo y además necesario, ha puesto en el tapete lo importante que es que de una vez por todas se termine con un sistema educacional que favorece a la parte más pequeña, pero a la vez, privilegiada de este país.
En Chile la educación es quizás el mejor negocio, y por lo tanto, está lejos de representar un derecho, cosa que evidentemente resulta indignante, y es precisamente al reflexionar sobre lo injusto de nuestro sistema educacional que se entiende cómo es que después de tres meses de movilizaciones estudiantiles aún se siga luchando, y es que, por lo demás, han traspasado las barreras y se han convertido en reivindicaciones de una sociedad que reclama por lo que simplemente les pertenece, por lo que merecen, por igualdad. Es necesario aclarar que lo que se busca con este movimiento social no es recibir una especie de regalo de parte del estado, sino que básicamente recibir lo que siempre debimos tener y que aún, tras décadas de discursos inocuos, no tenemos.
Sin embargo, frente a este movimiento de carácter tan amplio y potente, aún hay quienes se resisten y declaran su descontento y negativa frente a éste. En particular, es esta ocasión me quiero a referir a una parte de aquellos opositores, la cual presenta, a mi modo de ver, una tan enorme incoherencia y contradicción que me parece absolutamente necesario destacar. Me refiero a aquellos que profesan ser católicos y que aún así son capaces de oponerse a este movimiento social.
Como católico, me siento indignado y hasta avergonzado de que gente que se hace llamar de la misma manera que yo se muestre tan indiferente y hasta contraria a reivindicaciones tan justas y necesarias, pero sin duda, lo que más me indigna es que no sean capaces de darse cuenta de que justamente el objetivo de esta lucha encarna de manera exacta los fundamentos de la fe católica.
Igualdad, justicia, fraternidad, respeto y muchas otras palabras se desprenden de las bases del catolicismo. ¿Cómo es entonces posible que quienes se hacen llamar católicos actúen de manera tan indiferente frente a reivindicaciones que encarnan precisamente los fundamentos del catolicismo?
La búsqueda de una educación de calidad, de una educación alejada del lucro, de una educación de igualdad, en la que todos, no importando clases social, puedan acceder, sin tener que encadenarse a una deuda exorbitante, a estudiar para poder sacar adelante a su familia, para poder surgir, o simplemente para desarrollar todas sus capacidades. Esa búsqueda, quizás sin desearlo, encarna el sentimiento base de la fe católica: la igualdad.
La convicción que Jesús comunico con cada una de sus enseñanzas justamente es que cada uno de nosotros posee lo mismos derechos que cualquier otro ser humano en esta tierra, ya que todos somos hijos de un mismo Dios, el cual nos ve, asimismo, a todos de la misma manera, para él no hay clases sociales, no hay rubios ni morenos, obreros o gerentes, para él sólo hay hijos que comparten exactamente los mismos derechos, es por esto que ama a todos sus hijos de la misma manera y con la misma intensidad. Esa misma convicción que profesa el catolicismo desde sus inicios, y que mucha ha gente ha olvidado, es justamente la misma convicción que subyace a este movimiento social.
Cuando se reclama una educación de calidad y accesible para todos se evoca la convicción de que todos tenemos los mismos derechos, y que por lo tanto, nos corresponde tener una educación de calidad para todos, no solo para una pequeña fracción de nuestra sociedad que puede disfrutarla y con esto transformarla en un privilegio, y no en un derecho. Cuando se reivindica por una educación que no discrimine por nivel socioeconómico al mismo tiempo se reivindica nuestra igualdad. Es por esto que me indigna tanto el que haya quienes que, profesando su fe católica, sean capaces de mantenerse exentos y hasta de oponerse a un movimiento que encarna las bases mismas de su religión.
Queda por dejar una cosa clara aún: todos quienes estamos luchando por llevar a cabo esta revolución social lo hacemos porque sentimos y creemos que esto es lo mínimo que podemos hacer, es simplemente lo que nos corresponde a todos, es simplemente nuestro derecho, ya que quizás se podrá decir que este movimiento se lleva a cabo por solidaridad, por tratar de ayudar a quienes no poseen los medios para estudiar, sin embargo se equivocan al entender lo que significa verdaderamente la solidaridad. Ser solidario no significa participar de vez en cuando en una actividad a beneficencia de alguna fundación, o asistir a un trabajo de invierno o darle una frazada a un indigente porque nos da pena. Ser solidario no significa hacerle un bien al prójimo por lo desafortunada que es su vida; ser solidario significa querer, creer y luchar para que cada uno de nosotros, cada persona de esta sociedad posea lo que le corresponde por el simple hecho de ser igual a nosotros. Cuando se ayuda al prójimo se le ayuda porque ese prójimo es tu hermano y merece ser tratado de la misma manera que cualquier otro ser humano, cuando se ayuda a un prójimo no se le hace un favor, simplemente se cumple con un deber, eso es ser solidario, es cumplir con un deber básico.
Cuando luchamos por una educación de calidad e igualitaria lo hacemos porque es nuestro deber y quien se abstiene de ese deber y, aun más, se contrapone a este, no me merece más que indignación y vergüenza.
Católico o ateo, rico o pobre, no importa, solo importa luchar por lo que nos pertenece, por lo que es justo ¡y que aún no se nos da! Pero que solo con nuestra lucha incesante obtendremos.
Gonzalo Osorio
College Cs. Sociales
Estimado Gonzalo:
ResponderEliminarYo también quiero que todos puedan llegar a una educación de calidad, pero no me parece que la forma sea por medio de paros y tomas...creo que como seres humanos tenemos otras formas más pacíficas de relacionarnos... y también soy católica. Con esto no quiero decir que todos los católicos deban compartir mi opinión, en eso creo que caes en un error: si bien compartimos la fe, nuestra opinión política puede ser válidamente distinta (siempre y cuando no sea contraria a la fe...me explico, por ejemplo no podemos tomar una postura contraria a la vida, etc....pero sí podemos, como católicos, estar en desacuerdo en cuestiones opinables como si adherimos o no a un paro). Por lo tanto, me parece equivocada tu postura de decir que gente que piense como yo no está actuando de manera "católica".
Como católicos, quiero invitarlos a todos a REZAR por la educación y por Chile, aunque algunos no crean en estas medidas ya que quizás los frutos no se vean tan evidentemente, les aseguro que son las mejores! Dios sabe mucho mejor que nosotros cuál es la solución de todo esto! que harto nos ayudaría en la solución de los conflictos si todos los chilenos estuviéramos más cerca de Dios!!
Paula Cox
Medicina